La cirugía de las amígdalas es necesaria cuando se padece un número importante de amigdalitis o cuando las amígdalas son de un tamaño obstructivo para las vías respiratorias. En estos casos la operación consiste en la extirpación completa (amigdalectomía) o parcial (amigdalotomía) en virtud de la patología y se realiza bajo anestesia general. Pueden utilizarse diferentes instrumentos como el láser, la radiofrecuencia o la coagulación plasmática para facilitar el acto quirúrgico y la recuperación del paciente.
Las indicaciones actuales de la cirugía amigdalar son:
- Tamaño excesivo de las amígdalas
- Infecciones de repetición (4 en 6 meses o 6 en un año)
- Absceso periamigdalar (acúmulo de pus alrededor de la amígdala)
- Amigdalitis que causan convulsiones febriles.
En diversas ocasiones la cirugía de las amígdalas se realiza junto con la extirpación de las vegetaciones adenoideas (adenoidectomía). La intervención de los adenoides está indicada cuando producen dificultad para la respiración por la nariz, el niño tiene voz nasal, ronca por la noche, y produce otitis de repetición y/o pérdida auditiva. En este último caso a menudo es también necesaria la realización de una punción timpánica aspirativa (paracentesis o miringotomía), a veces con la colocación de tubos de drenaje.
La principal complicación de la cirugía de amígdalas y adenoides es básicamente el sangrado, cuyo incidencias está alrededor del 1% de estas intervenciones. Este problema se suele solucionar con medidas locales como lavados y enjuagues con suero frío y/o medicación procoagulante, pero en algunos casos es necesaria la revisión quirúrgica del paciente. Menos frecuentes son las infecciones o problemas secundarios a la anestesia. Es habitual un cierto cambio de la resonancia de la voz cuando se operan niños de hipertrofia de amígdalas y adenoides.